Consecuencias sobre la escasez del alquiler y los efectos de la nueva ley de vivienda
Que el panorama del mercado inmobiliario ha cambiado a raíz de la nueva ley de vivienda que entró en vigor el año pasado, es una realidad.
La incertidumbre generada en los propietarios ha reconvertido desde entonces el alquiler de vivienda, reduciendo en un alto porcentaje la oferta de larga estancia y aumentando la de temporada o la habitacional. La razón es clara: de esta manera el casero tiene más control y menos riesgo ante la posibilidad de un desahucio. Es fácil ponerse en lo peor cuando se está alimentando continuamente este temor.
Los arrendadores entienden que existe una sobreprotección hacia el inquilino con las nuevas medidas, generando un efecto rebote, menospreciando a aquellos perfiles que consideran asociados a la vulnerabilidad (especialmente cuando tienen menores a su cargo). Pero ellos también necesitan un hogar. Si no se facilitan las medidas para despejar estas dudas, la censura va a continuar. Y esto no parte de los que estamos en el terreno de juego, sino de los que están en la grada VIP viendo el partido.
Por otra parte, otro de los factores que ha afectado (posiblemente mucho más de lo que el ciudadano cree), es la supresión de los honorarios a pagar por parte del inquilino en los alquileres de larga estancia. Aquí ha entrado la picaresca de algunas inmobiliarias:
Reconvertir el alquiler de larga estancia en temporal para poder seguir cobrando la ya famosa mensualidad al inquilino.
La consecuencia: Menos alquiler de larga estancia y más caro.
Y aquí es donde debemos, todos los que pertenecemos al sector, luchar contra las malas prácticas de algunos compañeros y evitar que estas comisiones, que ya podemos tildar de ilegales, se sigan cobrando. De nada sirve cambiarle el nombre. Ya sea “gasto de gestión”, “honorarios por búsqueda de inmueble” o “comisión de personal shopper inmobiliario”, la traducción es la misma. Lo que la mayoría del gremio nos hemos esforzado en cumplir, buscando alternativas dentro del marco de la ley o directamente asumiendo las pérdidas tratando de poner en valor el trabajo que realizamos al propietario, no puede ser pisoteado por unos pocos. Esto es un tablero de ajedrez; debemos jugar todos con las mismas fichas (y que gane el mejor).
Seguimos encontrándonos con inquilinos sorprendidos cuando se les dice que no tienen que pagar comisión. Partiendo de la base que la medida no fue bien recibida por ninguno de nosotros, pues de antemano suponía una pérdida de ingresos notable en la mayoría de agencias inmobiliarias, no podemos hacer de la ley la trampa, como tan acostumbrados estamos en este país.
La situación del alquiler es dramática y la perspectiva no es muy alentadora. El precio parece no tener freno y los inmuebles aparecen con cuentagotas. Existe un segmento, aparentemente grande, de personas que no pueden emanciparse al no poder acceder a la compra, cuyos precios también se presentan prohibitivos, y tampoco están en posición de asumir los precios del alquiler actual (ya superando los 900 euros de media en Valencia capital). A estas personas hay que ayudarlas, y desde luego con la reducción del stock no lo estamos haciendo.
No escribimos esto como un llamamiento, ni pretendemos ser los mesías del sector, sólo damos luz a una situación que es una realidad y que potencia un desequilibrio que se quebró en el momento en el que se constituyó la nueva ley de vivienda. Una ley que, por otra parte, debería de haber sido consensuada por profesionales del sector. Desde los diferentes Colegios de Agentes de la propiedad inmobiliaria nos trasladan su sorpresa al ver que esto no ha ocurrido.
Hagamos lo que está en nuestras manos y apuntemos todos a los que pueden resolver esta situación (o al menos aliviarla). Hay mucho en juego, posiblemente más de lo que creemos. Es el hogar, son las personas. Es el futuro.